Por lo tanto, los actuales sistemas agrícolas buscan prevenir la ocurrencia de tales plagas y enfermedades, resultando en un paisaje desértico donde solo se permite que existan organismos que no causan daños a los cultivos.
Así, el principio general del manejo integrado de plagas (MIP) debería guiar las acciones que se llevan a cabo en una explotación. Los principios consisten en 8 requerimientos muy básicos, que todos los agricultores deberían seguir.
1. Prevención y supresión de enfermedades y plagas
2. Seguimiento de enfermedades y plagas
3. Decidir si un tratamiento es necesario, basado en la situación
económica
4. Deberían priorizarse métodos no-químicos para combatir
enfermedades y plagas
5. Selección de pesticidas; los pesticidas deberán ser utilizados de la
manera más específica posible
6. Reducción de la cantidad de pesticida a un nivel mínimo
7. Deberán aplicarse estrategias de resistencia a las hormigas
8. Evaluación del éxito de las medidas aplicadas
Desafortunadamente, estos principios no se aplican mucho y la gestión de plagas sigue, ahora más que nunca, una agenda enfocada en las ocurrencias de plagas generales del pasado y aplicaciones con tiempo limitado.
Además del criterio de MPI, los agricultores pueden enfocarse en fortalecer los organismos beneficiosos en los campos. El agricultor puede reducir significativamente la ocurrencia de plagas especialmente al crear hábitats para insectos, aves y mamíferos, logrando así reducir la necesidad de insumos químicos.