Riesgos
La explotación turística conlleva en ocasiones la degradación o incluso pérdida de ecosistemas de gran valor. El consumo de agua de hoteles, parques de atracciones, etc. es muy elevado a pesar de que existen tecnologías más eficientes y a pesar de que se tiene constancia de que la sobreexplotación de recursos hídricos conlleva la destrucción de ríos, lagos, zonas húmedas y reservas de agua subterránea.
Asimismo, muchas actividades motorizadas contribuyen al calentamiento global, lo que incrementa la presión sobre los ecosistemas. La alteración de los ecosistemas y sus consecuencias como, por ejemplo, la desaparición de las barreras de coral o la disminución de los días de nieve al año, van a tener consecuencias notables en el turismo.
Muchas actividades turísticas, especialmente las que se practican al aire libre como el senderismo, el ciclismo o montar en canoa, dependen de la existencia de ecosistemas en buen estado y, por lo tanto, de la biodiversidad. Si los ecosistemas naturales o semi-naturales están amenazados, es inevitable que exista un alto riesgo de pérdida de ingresos para el sector turístico. Por ejemplo, en las tres últimas décadas se ha perdido un 80% de los arrecifes de coral del Caribe, lo que conlleva una pérdida acumulada de 300 millones de dólares anuales para la industria del submarinismo.
Incluso el turismo convencional necesita tener en cuenta el estado de conservación del medio natural, ya que las expectativas de los visitantes aumentan. Por ejemplo, una encuesta realizada por TUI a los consumidores en 2010 en ocho países europeos reveló que cerca de un 70% otorgaba importancia a la protección de los recursos naturales, un 67% consideraba importante de forma explícita la protección del medio ambiente y un 64% esperaba que los proveedores turísticos fueran activos en la conservación de la naturaleza.
Hay una larga lista de ejemplos que prueban que los turistas rechazan los paisajes deteriorados y cambian de destino. Un gran número de estudios y encuestas muestran la creciente importancia de la calidad ambiental como un factor de decisión de los turistas. No darse cuenta de esta realidad suponer arriesgarse a perder clientes en este competitivo mercado.